LA UCRONÍA DEL SISTEMA REPÚBLICANO EN... Oscar Portela
LA UCRONÍA DEL SISTEMA REPÚBLICANO EN ARGENTINA
a Susana Sechi
POR Oscar Portela
Suponga usted “ciudadano” que después de junio la escribanía general del Ejecutivo pierda la mayoría:
¿Que piensa que sucedería?
Le contesto: quedarían aún más al descubierto las precariedades del sistema representativo en manos de la partidocracia - que se ha desmembrado absolutamente - y nadie tendría la legitimidad de convertirse en soporte del sistema republicano, que ha dejado en Argentina de tener el poder de sostener algo así como un estado con cierta razonabilidad jurídica.
Otra vez la nación enfrentaría el estado de la anarquía y el caos.
Quien creen en que quitándole al ejecutivo una mayoría parlamentaria Argentina encontraría nuevamente “la correcta vía repúblicana”, el progreso económico y la equidad social, pecan de ingenuidad.
Y además se hacen responsables de tratar de mantener el status quo político conseguido durante los veinticinco años de aparente democracia, en la cual triunfó siempre el criterio totalitario de utilizar leyes de excepcionalidad para manejar la cosa pública.
No cabe la menor duda de que nuestros tribunos – y sobre todo los “terus” del periodo kirchnerista, supieron convivir con los más avezados políticos argentinos de las últimas décadas:
Un gobierno montonero legitimado por la “demokracia” que convirtió la defensa de los “derechos humanos” en la forma más ubicua de re-escribir y reapropiarse de la historia Argentina.
Convivieron con esta mentira en un país colapsado institucionalmente, - y por lo tanto irrecuperable desde el punto de vista económico - esta era la meta que se propusieron los que gobiernan y sus socios –, algunos solo por avaricia de los advenedizos de la política, que entregaron a sus representados y las autarquías provinciales, en calidad de feudos y ellos de señores – y no de gleba – capaces de todas las rapacidades posibles.
El gobierno ha ganado la apuesta por goleada. La Argentina ha vuelto a la década del sesenta más débil y desculturalizada.
Con más exclusión – con la definitiva muerte de la clase media – y con socios dentro de la política internacional que no pasan de ser los torpes momios de una América Latina ya muerta : Fidel Castro y Chávez Frías, recuerdos quizá de cuando el gobierno de Campora exportaba automóviles a la feroz dictadura castrista.
Nunca un gobierno en la historia Argentina mintió tanto he hizo de la mendacidad un arma para convencer a sus enemigos que no adversarios: la señora Fernández presidenta en Ejercicio, dijo hace poco que a ella le encantaba debatir.
El debate implica moverse en un mundo de ideas y conceptos de los que ella carece y no pertenece a sus intereses políticos y personales.
Sus ministros y los miembros de su corte (los D`Elia, Moyano, Pérsico, de Petri) y los usuarios de los superpoderes en el “parlamento” como Rossi y Pichetto o sus Goebels al estilo de Randazzo, Scioli, etc, repiten diariamente el nuevo evangelio Argentino: en la historia de ésta nación existe un antes y un después del matrimonio kirchner.
Bien: tan responsable de esta situación son los nuevos sacerdotes de un imperio que no existe, como la oposición a la que solo le interesa el magro pan de un poder que nació muerto, y que insiste en dar esperanzas a un pueblo que vive ya la oscuridad del abismo.
Hace poco la señora Fernández habló en la Biblioteca Nacional y debió recordar la gestión de Carlos Saúl Menem que la hizo posible en poco tiempo.
¿Son obras públicas o no?
Luego en el teatro de la ciudad de La Plata reconstruído durante el proceso de Reorganización Nacional -lo que debería convertirlo en nada-tampoco nadie recordó el infausto.
Sería lo mísmo que preguntarse durante que periódo se construyeron Atucha, Chocón, el Puente General Manuel Belgrano, y tanta otra obra pública que resisten el tiempo, y solo porque existe un antes y después del matrimonio imperial: Napoleón III y Eugenia de Montijo.
Hoy mayoría anti-oficialista o no, mucho me temo que el pueblo continuará ausente y que solo quedará el recurso de la calle.
Y esto es lo que comienza una vez a suceder más en este triste nación, que no termina nunca de nacer.