Cuento La Bella y la Bestia


Darg Calvo
Revisado por Darg Calvo
Licenciatura en Comunicación Audiovisual

Érase una vez, en un reino lejano lleno de magia y encanto, una joven llamada Bella. El pueblo donde vivía era conocido por su belleza natural y por la amabilidad y simpatía de sus habitantes. Bella destacaba no sólo por su aspecto, sino sobre todo por su bondad y su pasión por los libros y los cuentos.

No muy lejos, en el corazón del bosque, había un castillo donde vivía la Bestia, una feroz criatura temida por todos. Se habían contado muchas historias sobre el castillo y su temible habitante, pero nadie había tenido el valor de verificarlas. Un terrible hechizo había convertido al príncipe que vivía allí en una criatura peluda y feroz. Decían que la única forma de romper el hechizo era si la Bestia era capaz de encontrar a alguien que pudiera amarle a pesar de su aspecto.

Bella vivía feliz en compañía de su padre, sus dos hermanos mayores y sus muchos libros. Su padre era un hombre muy respetado en el pueblo y trabajaba como comerciante.

Un día, tuvo que hacer un largo viaje de negocios. De camino a casa, cansado por el viaje, decidió tomar un atajo por el bosque, pero le sorprendió una terrible tormenta. Perdido, el pobre hombre se desesperó porque no veía más que las altas torres del castillo embrujado. Conocía todas las historias sobre la Bestia, pero no había ningún otro lugar al que pudiera acudir en busca de ayuda en aquel momento.

Con cuidado, se acercó a las puertas del castillo, respiró hondo, pensó en su dulce hija y se armó de valor. Se consideraba afortunado de encontrar allí alguna ayuda para regresar cuando fue sorprendido por la criatura más aterradora imaginable. La Bestia lo capturó y lo aprisionó en lo alto del castillo, aislándolo de cualquier contacto con el mundo exterior.

Los días pasaban y Bella empezaba a echar de menos a su padre. No era raro que acabara retrasándose en sus viajes, pero su padre nunca había pasado tanto tiempo fuera.

Los hermanos de Bella intentaron tranquilizarla. Le dijeron que salir a la carretera era peligroso y que su padre volvería pronto. No valía la pena arriesgarse, pero Bella, valiente y decidida, no les hizo caso. A pesar de que sus hermanos no estaban de acuerdo, decidió emprender un viaje en solitario para encontrar a su padre.

En el bosque, Bella se sintió sola y lloró por primera vez desde la partida de su padre. Tenía mucho miedo, pero la nostalgia y el amor que sentía por su padre eran más grandes que cualquier cosa. Se secó las lágrimas, siguió caminando y pronto estuvo justo delante del majestuoso y aterrador castillo de la Bestia.

Al igual que había hecho su padre hacía unos días, Bella entró por las puertas del castillo con cuidado, intentando hacer el menor ruido posible. Sin embargo, Bestia, con su instinto animal, no tardó en darse cuenta de la extraña presencia. Se acercó a Bella, dispuesto a capturarla por intrusa, pero de repente la joven se volvió y sus ojos se encontraron en una larga y profunda mirada.

Al contrario de lo esperado, Bella no tuvo miedo. La Bestia, incomodada por su mirada intensa y valiente, retrocedió, cubriéndose la cara con las manos, pero Bella permaneció inmóvil, mirando fijamente a aquel ser que, para ella, no daba miedo en absoluto. Vio una fuerza majestuosa en la Bestia y, de alguna manera, se sintió conmovida por sus gestos y su aspecto.

La escena fue realmente inesperada y, durante unos segundos, el tiempo pareció congelarse. Entonces, Bella se acercó suavemente a la Bestia, le contó los detalles de su búsqueda y le preguntó si su padre no había pasado por allí por casualidad. En un instante, como salida de un trance, la Bestia subió silenciosamente a lo alto de la torre, liberó al anciano y se lo entregó a Bella. El hombre, asustado, agarró a su hija del brazo y se apresuró a abandonar el castillo. Mientras escapaban por las puertas, Bella no pudo evitar mirar atrás, dándose cuenta de que se distanciaba de algo único y precioso.

Después de aquel inesperado encuentro, Bella no podía quitarse a Bestia de la cabeza. Cada detalle de aquellos momentos parecía grabado en su memoria, tan irreal como si hubiera salido de uno de sus libros. A medida que pasaba el tiempo, se daba cuenta de que algo en su interior había cambiado, algo que la conectaba de un modo inexplicable con aquel intrigante ser.

Mientras tanto, Bestia también seguía pensando en aquella joven valiente y misteriosa. Su presencia había traído esperanza a su solitaria existencia en el castillo. Recordaba la amabilidad de Bella cuando se acercó a él, la forma en que le habló de su búsqueda y cómo se le aceleró el corazón cuando liberó a su padre. Aquellos recuerdos parecían disolver las sombras que envolvían su corazón.

A medida que las semanas se convertían en meses, Bella no podía resistirse a la atracción que la llevaba de vuelta al castillo. Al final, tomó una decisión: volvería al castillo, ya no impulsada por el miedo, sino por un intenso deseo de saber más sobre aquella criatura única que había marcado su mente y su corazón. La Bestia recibió a Bella con sorpresa, pero, sobre todo, con gratitud. Nunca podría haber imaginado que alguien decidiera estar en su presencia por voluntad propia.

A partir de ese día, las visitas de Bella al castillo se hicieron más largas. Entre muchas historias, confesiones y risas compartidas, floreció un vínculo especial entre la Bella y la Bestia. El castillo, antes oscuro y triste, cobró vida con la luz de una amistad improbable.

Con el tiempo, el corazón de Bella empezó a palpitar de verdadero amor por la Bestia. Un día cualquiera, mientras leía su poema favorito, ocurrió algo mágico. El hechizo que aprisionaba a la Bestia se rompió, revelando a un príncipe encantador. El castillo, iluminado por un aura de redención, fue testigo de la transformación del príncipe.

Bella y el príncipe vivieron felices para siempre, recordando a todos que la verdadera belleza reside en el interior, en la bondad y la comprensión. Y así, el reino siguió prosperando, celebrando la magia del amor que unió a la Bella y la Bestia.

La Bella y la Bestia

Interpretación y moraleja del cuento

La historia de La Bella y la Bestia nos enseña que la verdadera belleza va más allá de las apariencias y que el amor verdadero puede transformar incluso las situaciones más oscuras en cuentos llenos de encanto y felicidad.

Darg Calvo
Revisado por Darg Calvo
Licenciatura en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Burgos (2014). Crea contenidos online desde 2017.
Naiana Carvalho
Editado por Naiana Carvalho
Graduada en Pedagogía desde 2011 y especialista en Psicopedagogía por la Universidad Estatal de Ceará, trabaja en la creación de guiones para películas institucionales y publicitarias desde hace más de diez años.